En efecto, una decisión administrativa, derivada de la aplicación de una normativa de validez general para la adquisición de bienes en el sector público, puede acarrear consecuencias fatales cuando se trata de actuaciones de las Fuerzas Armadas (FAS).
Las FAS se enfrentan permanentemente a una difícil y desafiante elección a la hora de la obtención de los mejores sistemas, subsistemas y equipos. Por un lado, necesitan equipos tecnológicamente avanzados que excedan los requisitos mínimos y mejoren la eficacia de su misión. Por otro lado, el Ministerio de Defensa, como todas las Administraciones Públicas, está sujeto a restricciones presupuestarias que condicionan la aspiración de las FAS de disponer de capacidades que les permitan alcanzar la superioridad en el enfrentamiento como factor clave del éxito de su misión.
Además, cada vez resulta más perentorio contar con sistemas y equipos que proporcionen a las FAS autonomía estratégica definida sobre la base de la soberanía operativa (capacidad de usar libremente los equipos y sistemas) y soberanía tecnológica (libertad para introducir cambios en esos sistemas y equipos).
Generalmente, las licitaciones de equipos y sistemas militares complejos suelen incluir criterios ponderados de valoración de las ofertas sobre la base del contenido técnico, industrial y económico. Sin embargo, a menudo, el contenido técnico (cumplimiento del pliego de prescripciones técnicas) y el contenido del plan de participación industrial resultan difíciles de evaluar de forma apropiada, tanto por la complejidad de aquel como por la posible falta de homogeneidad de la información facilitada a la Administración, o por falta de capacidad de análisis del grado de autonomía estratégica que esa participación industrial proporciona.
En este contexto, la Administración puede verse obligada, involuntariamente, a establecer por defecto un enfoque en la selección orientado a verificar el «cumplimiento de los requisitos técnicos mínimos» y a la simple medición en porcentaje del grado de nacionalización de los planes industriales, optando por el precio como elemento discriminador al evaluar las propuestas de los diferentes licitadores concurrentes.
Pero, sin duda, hay razones clave por las que las adquisiciones al «precio más bajo, que cumplen requisitos técnicos mínimamente aceptables y un plan industrial en términos de porcentaje nacional” no se pueden considerar totalmente válidas para las adquisiciones de equipos complejos y de alta tecnología, y esas razones son los riesgos que conllevan para el combatiente y para el éxito de la misión.
En pocas palabras, el precio más bajo no siempre es la mejor opción. Las FAS tienen la necesidad de disponer de sistemas y equipos de alta calidad que superen el umbral de los “requisitos mínimos” para alcanzar la superioridad en el enfrentamiento en el campo de batalla actual y en el futuro, en entornos multidominio y contra adversarios similares o cercanos, porque es esencial reducir sus riesgos y asegurar sus posibilidades de éxito.
Por tanto, no se debería focalizar la decisión en el cumplimiento de los “requisitos técnicos mínimos” al evaluar diversas ofertas en competición y decidir en función del precio menor. Por el contrario, se debería evaluar el valor general de la tecnología que está considerando, su grado de madurez y, lo que es más importante, tener en cuenta la capacidad de esa tecnología para optimizar la capacidad de combate de las FAS.
Hay varios factores críticos que se deberían incorporar en el proceso de toma de decisiones para garantizar que el equipo adquirido proporcione un valor de alto nivel a largo plazo:
Efectividad táctica general y autonomía estratégica
El factor más importante para considerar al contemplar cualquier contrato de suministro de sistemas y equipos es cómo la tecnología habilitará al combatiente en las operaciones actuales y futuras. Una solución de bajo coste que no ayude a proteger eficazmente a esos combatientes ni les dé una ventaja táctica contra un enemigo que evoluciona rápidamente es, en el mejor de los casos, una solución provisional que podría terminar poniendo en riesgo vidas y el éxito de la misión.
En lugar de centrarse exclusivamente en los costes de obtención iniciales, los organismos decisores deberían preguntarse si:
- ¿Esta tecnología contribuirá eficazmente a que las unidades de combate alcancen las capacidades que han establecido, desean y necesitan las FAS?
- ¿Proporcionará a las unidades usuarias una ventaja medible y significativa sobre las fuerzas adversarias?
- ¿Reducirá de forma efectiva las deficiencias de las capacidades actuales y futuras que impiden que las FAS alcancen la superioridad en el enfrentamiento?
- ¿Qué grado de autonomía estratégica proporcionará, medida en términos de soberanía operativa (libertad de uso) y soberanía tecnológica (libertad para introducir cambios)?
Las respuestas afirmativas a estas preguntas deberían ayudar a identificar soluciones que mejoren eficazmente las capacidades de las FAS y aumenten sus posibilidades de éxito en el campo de batalla. Las respuestas pueden apuntar hacia tecnologías que pueden no ser las opciones menos costosas, pero que pueden terminar siendo las mejores inversiones en general.
Fiabilidad y escalabilidad a largo plazo
Estos dos factores son igualmente críticos en la decisión y forman parte del valor de alto nivel a largo plazo del sistema o equipo a obtener y deberían ser consideradas en la toma de decisiones.
De hecho, es muy posible que la solución que mejor responda a estos factores anteriores pueda conllevar una inversión inicial más alta, pero finalmente termine costando mucho menos a largo plazo.
Hay que reenfocar el diseño de las ofertas
A la vista de las anteriores consideraciones que pueden rodear, y decidir, el proceso de selección en una licitación (cumplimiento de requisitos técnicos mínimos, consideración exclusiva del porcentaje de nacionalización del plan industrial y precio como factor determinante en la práctica), es conveniente focalizar las propuestas vinculantes que se realicen, no sólo en los requisitos técnicos, sino en la aportación del plan industrial asociado a la autonomía estratégica que proporcione a las FAS, como factor diferenciador de la oferta.
Tecnobit-Grupo Oesía lleva más de cuarenta y cinco años aportando soberanía nacional operativa, tecnológica e industrial a la Defensa nacional mediante soluciones innovadoras de calidad en áreas clave para las operaciones multidominio, como son las comunicaciones tácticas seguras (datalink, cifra y radio), sistemas de visión inteligente (sistemas electroópticos, terminales inteligentes y sistemas IRST) y simulación.
Somos conscientes del valor que supone desarrollar y producir sistemas y equipos militares con un elevado grado de calidad en el cumplimiento último de los requisitos técnicos contratados, por encima de consideraciones estrictamente asociadas al precio, y su contribución a la efectividad táctica general, fiabilidad y escalabilidad a largo plazo en beneficio del cumplimiento de la misión y de la protección de las vidas de los combatientes, proporcionando un elevado grado de soberanía operativa, tecnológica e industrial.
Salvador Álvarez, Managing Director en Grupo Oesía