Como profesional dedicado al mundo de la ciberseguridad, trato cada día de emplear los medios necesarios para proteger a las empresas y a sus empleados de las amenazas externas, que lamentablemente cada día son más frecuentes. Ahora bien, como padre, cada vez me preocupa más el uso de Internet ya que soy consciente de los problemas que existen y de qué forma pueden afectar a nuestros menores.
Con motivo del Día Internacional del Niño y aprovechando que me dedico al ámbito de la ciberseguridad, también trato de buscar soluciones y compartirlas para que nuestros hijos puedan estar seguros utilizando las nuevas tecnologías
Para entender las diferencias entre la ciberseguridad para adultos y para niños lo primero que tenemos que saber es que cuando nos hackean, buscan algo de valor. Frecuentemente se hackea por dinero o información que pueda ser vendida, y esto en principio no afectaría directamente a nuestros hijos, pero no por eso podemos estar tranquilos. El verdadero problema existe cuando fijan como objetivo a uno de nuestros hijos, y el valor que buscan es precisamente a él, el menor.
El problema no son las nuevas tecnologías en sí, ni lo que ellas representan y permiten; el problema es que en ellas no existen barreras físicas, por lo que nuestros hijos podrían “ir” a cualquier sitio y contactar o ser contactados por cualquiera (muchas posibilidades, si pensamos que somos más de 7000 millones de personas en el mundo).
Comprender esta idea es primordial para mantener seguros a nuestros hijos, ya que una vez identificado el “enemigo”, es comprensible que la solución no se basa simplemente en aplicar tecnología o en limitar los accesos a nuestros hijos. La solución es mucho más simple de lo que parece, y se basa en la comprensión y la ayuda.
Por un lado, y aunque nos cueste, tenemos que comprender la tecnología y lo que ella nos permite: relacionarnos con el mundo. Por otro lado, tenemos que tener presentes los riesgos existentes para así poder explicárselos a nuestros hijos y que vean por si mismos qué cosas se pueden hacer y qué cosas no. La concienciación es mucho más importante que la tecnología en sí, sólo así podremos ayudar a nuestros hijos a que accedan a estas tecnologías de manera segura.
Todos hemos sido jóvenes, y sabemos que la prohibición en sí misma lo que genera es despertar la curiosidad. El problema de esto es que nuestros curiosos menores buscarán la manera de saltarse esta prohibición y cuando lo consigan (que lo harán), no nos lo dirán y ese es mayor problema que podemos tener. Ahora bien, si comprenden que hay algo que no deben hacer por que es malo (simplificando conceptos), cuando se lo salten (si es que lo hacen), lo dirán y esa es exactamente la mejor solución.
Recientemente debemos tener en cuenta que “prohibir” el acceso (móvil, Tablet, juegos, Internet…) hasta que sean “mayores” puede generar hacerles sentir “el bicho raro” de la clase y limitar las relaciones y el acceso a toda la información disponible, con lo que puede ser un problema frente a sus compañeros.
Por supuesto, limitar y supervisar el acceso es adecuado y educador al mismo tiempo, ya que es una forma de que vean que no siempre se puede tener todo y de que tengan acceso a la información de forma controlada.
Para poder abordar esta tarea de educación relacionada con las nuevas tecnologías, tenemos varios pilares en los que basarnos:
- Podemos utilizar herramientas de control parental que nos permitan controlar y supervisar lo que hacen nuestros hijos en la red (recomiendo mirar la página de INCIBE https://www.is4k.es/de-utilidad/herramientas).
- Tenemos que explicar el porqué de esas limitaciones, que en el fondo son las habituales que aplicamos: no hablar con desconocidos, proteger nuestra información personal e incluso prever las posibles adicciones a la tecnología (tema fuera del ámbito de la ciberseguridad, pero muy relacionado). Para ayudarnos en este tema podemos utilizar un contrato entre padres e hijos, cómo el que ha creado la fundación ANAR para un uso responsable del teléfono móvil que, aunque no tiene validez legal, sí nos ayudará a que comprendan los límites y, lo más importante, el porqué de esos límites.
- Tenemos que ayudarles en lo que podamos y hacerles ver que estamos ahí para ayudarles. Importantísimo, en el caso de castigarles, ya que hacerles entender que es por su bien es una tarea imposible, es mejor explicarles que lo haces porque estás asustados de lo que podría haber pasado.
- Por último, tenemos una de las tareas más complicadas y aunque parezca que no es un tema de ciberseguridad, puede ayudarnos mucho. Tenemos que hacerles ver a nuestros hijos que el mundo que se nos presenta a través de Internet (ya sea en juegos, películas, series o en publicidades), no representa fielmente el mundo real, ya que en todos ellos se utilizan escenarios lúdicos y estéticos para vendernos ideas que sean atractivas para captar nuestra atención.
En definitiva, la mejor solución a los problemas existentes se basa en un sistema de educación y confianza entre padres e hijos para identificar los posibles problemas y que así se puedan evitar. No se trata de poner límites estrictos, ya que se los intentarán saltar en algún momento (o ¿no lo hemos hecho todos?).
Para poder comprender los riesgos y así saber explicarlos recomiendo leer sobre “grooming”, “sexting” o “ciberbulling” entre otras cosas, lo cual lo podréis hacer de una forma sencilla en “https://enredsinriesgos.oesia.com/”. En este portal web dispondréis de más información, términos útiles o explicaciones sobre herramientas. Y para que vuestros hijos puedan jugar y aprender sobre el tema, podéis ir a “https://www.is4k.es/de-utilidad/cyberscouts